Se denomina
Cisma de Occidente a la división ocurrida dentro de la Iglesia Católica a
finales del siglo XIV.
Por la
inseguridad política que reinaba en Roma, el Papa Clemente V decidió en 1309
establecerse en Avignon (Francia). Después de varios pontificados, el Papa
Gregorio XI, por pedido de Santa Catalina y del pueblo, restableció su
residencia en Roma. A su muerte fue elegido el Papa Urbano VI (1378), pero no
fue aceptado por conflictos que se suscitaron con los cardenales franceses.
Ese mismo año
los cardenales eligieron a Clemente VII como nuevo Papa, el cual residió en
Avignon. Para ese entonces habían dos Papas, empezando así el Cisma de
Occidente que dividió a la Iglesia y a sus fieles en dos papados. Tras este
acontecimiento llego a darse uno más: la Iglesia estuvo dirigida por tres Papas
por el año 1409 (Gregorio XII, Benedicto XIII y Alejandro V).
La Cristiandad estaba
dividida ya que Francia, España e Inglaterra, reconocían al Papa de Avignon
mientras que Alemania, Italia y los demás países reconocían al Papa de Roma. Al
cabo de 39 años después, con el Concilio de Constanza (1414) se puso fin a este
conflicto, eligiendo a Martín V. toda la cristiandad lo reconoció como único y
legítimo Papa.
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